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El minúsculo archipiélago de las islas Senkaku se ha convertido la manzana de la discordia entre China y Japón por la gran riqueza que esconde la zona.

Islas Senkaku, la manzana de la discordia sino-japonesa

Publicado: 2012-10-01

(Publicado originalmente en el núm. 46 del Semanario Siete)

Mientras en la Asamblea General de Naciones Unidas, el ministro japonés de relaciones exteriores hacía este pasado martes un llamado para someter las disputas territoriales a la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia, en una referencia apenas velada a las disputas que Japón mantiene con China y Taiwán por la soberanía de las islas Senkaku /Diaoyu y con Corea del Sur por la soberanía de las islas Dokdo/Takeshima; del otro lado del planeta una flotilla de pesqueros taiwaneses dejaba constancia de los intereses de ese país en la disputa sino-nipona mediante una protesta simbólica, rodeando los islotes, para reclamar su derecho a faenar en la zona.

El minúsculo archipiélago de ocho formaciones rocosas (conocido como Senkaku en japonés y Diaoyu en chino), con una superficie de unos siete kilómetros cuadrados, se encuentra en la intersección marítima  entre Okinawa (Japón), China y Taiwán y se ha convertido en una verdadera manzana de la discordia pues su posesión es la llave de una zona exclusiva económica (ZEE) enorme sobre un área de gran riqueza pesquera y con yacimientos de petróleo en exploración

Las noticias dan cuenta de que el conflicto se recalentó hace unos días, cuando el Gobierno nipón anunció la compra, a un propietario privado, de tres de los islotes, lo que provocó el envío de dos flotas patrulleras chinas a las aguas cercanas al archipiélago. Desde entonces, miles de manifestantes han salido a las calles en varias ciudades chinas, mientras varias empresas japonesas, entre ellas Panasonic y Canon, cerraron sus sedes y fábricas en China por miedo a ser objeto de ataques por parte de la turba, tras incidentes violentos en legaciones y plantas niponas. Toyota por su parte anuncia la reducción la producción de Lexus para el mercado chino tras los disturbios. De lado japonés, alrededor de mil ciudadanos se manifestaron frente a la Embajada china en Tokio

Una embrollada historia

El actual conflicto echa sus raíces en la última década del siglo XIX y tiene como telón de fondo la guerra sino-japonesa de 1894-95. Japón alega que desde 1885 había llevado a cabo algunas exploraciones sobre los islotes, habiéndolos encontrado deshabitados y que la anexión de los mismos en 1895 nada tiene que ver con esa guerra. China por su parte aduce que los islotes se encontraban bajo su soberanía desde el siglo XV, que durante siglos han sido administrados por sus autoridades como formando parte de Taiwán y utilizados exclusivamente por pesqueros chinos en tanto que bases operativas para sus faenas. De su lado Taiwán estima que, si bien en efecto, en el pasado la China había heredado las islas de la administración taiwanesa, en cambio a presente Taipei se ha presentado siempre como la legítima autoridad china y en tal sentido no reconoce a Pekín como soberano del archipiélago sino a sí mismo como el propietario legal de los islotes.

Tras la guerra sino-japonesa, Japón quedó en posesión de Taiwán y del archipiélago en disputa, en 1896 el archipiélago pasó a manos de un particular japonés quien lo adquirió a fines de explotación económica. Con el tratado de San Francisco, en 1951, Japón renuncia a la soberanía de Taiwán mientras que otras islas de la zona quedan bajo administración de EEUU. En 1971, Japón y EEUU firman un acuerdo para la devolución de Okinawa, que según Tokio incluye a las Senkaku/Diaoyu. El mismo año  la República Popular China y Taiwán comenzaron a reclamar la soberanía de las Senkaku, en tanto ex-posesión manchú.

A partir de entonces la zona ha sido escenario de recurrentes manifestaciones reivindicatorias de parte y otra, hasta que hace pocos días Japón anunció primero y ejecutó enseguida la compra de los islotes.

El conflicto en la perspectiva del derecho internacional

Japón, apoyándose en ciertas exploraciones llevadas a cabo desde 1885, considera que antes de su anexión en 1895 el archipiélago era terra nullius, estatus que la CIJ, en la sentencia del Sahara Occidental, ha definido como un “término de la técnica jurídica empleado a propósito de la ocupación en tanto que uno de los modos jurídicos reconocidos para la adquisición de soberanía sobre un territorio”. En consecuencia, según esta argumentación, la soberanía sobre los islotes recaería en Japón en tanto que primer ocupante.

Enseguida, Japón alega que China no manifestó ninguna reivindicación de soberanía en los momentos críticos (1895, 1945 y 1951) y que sólo ha reaccionado a partir de los descubrimientos, hacia 1970, del potencial energético que se encuentra en la zona. A esto agrega una posesión adquirida y no contestada durante un largo periodo de tiempo.

De su lado, China niega que los islotes hayan sido tierra de nadie. Recientes investigaciones llevarían a desacreditar la argumentación japonesa basada en las exploraciones de 1885 sobre los islotes. Según el estudioso taiwanés Han-Yi Shaw, más de cuarenta documentos oficiales japoneses de la época demostrarían que Japón tenía conocimiento de la soberanía china sobre el archipiélago. Según una de esas piezas, el ministro japonés de relaciones exteriores habría escrito luego de la primera exploración: “Periódicos chinos han estado reportando rumores sobre nuestra intención de ocupar islas pertenecientes a China cerca de Taiwán”. En 1885, el gobernador de Okinawa habría también manifestado: “Desde que estos asuntos no son sin relación con China, si llegaran a surgir problemas mi responsabilidad se verá gravemente comprometida”. Luego de una serie de victorias sobre China en la guerra de 1894-95, el ministro de gobierno japonés habría escrito en un informe “este asunto involucraba negociaciones con China… pero la situación actual es muy diferente”.

Estos documentos, sin embargo, a lo más conducirían a invalidar las pretensiones a la soberanía japonesa en tanto que nuevo ocupante y que más bien el archipiélago habría pasado a manos japonesas en tanto que botín de guerra pues, en efecto, las islas no fueron objeto de ninguna cesión por medio de tratado. Como quiera que para la época ese era un modo válido de adquisición de soberanía, el silencio de China luego de la anexión japonesa de 1895 puede jugar un rol crucial, en tanto que clara manifestación de aquiescencia, si jamás el asunto es portado ante un tribunal internacional.

De otro lado, frente a las alegaciones japonesas, China hace valer títulos históricos, apoyándose en el descubrimiento de las islas, en su incorporación al sistema de defensa chino en 1556 y en las labores de pesca, de larga data, ejercidas sobre la zona por marinos chinos. Sobre el plano jurídico, una corriente invoca que el orden chino pre-moderno estuvo basado en el estatus y la estabilidad (mingfen zhixu) antes que en el control físico de los territorios. La legitimidad, según este punto de vista encontraba su fundamento en el reconocimiento y la aprobación de las representaciones y funciones apropiadas para cada estatus. Bajo este sistema lógico, el poder de los emperadores chinos se extendía más allá de sus fronteras no por el uso de la fuerza sino por su benevolencia o la virtuosidad de su mandato, que según el pensamiento del confucianismo, conducía a los Estados extranjeros a reconocer la soberanía moral del emperador. Esto explicaría que, incluso fuera de la propia China, era posible gobernar aun cuando no existía un mecanismo físico de gobierno en lugar.

Aun cuando esto fuera cierto, para poder oponerle válidamente esa argumentación al Japón, quedaría por demostrar que un tal sistema, suerte de costumbre regional, era reconocido y aceptado por el gobierno japonés de la época, cosa que parece dudosa.

En suma, el derecho japonés a la soberanía de las islas, parece a primera vista mejor asentado que las pretensiones chinas. La presunción de aquiescencia por parte de china sumada a una posesión indisputada sobre las islas por un largo periodo, otorgarían al Japón una sólida base legal ante una instancia internacional.

Potencial de escalada

Según Ian Bremmer, presidente del Grupo Eurasia y miembro del World Policy Institute, sólo en el año 2004 se habrían registrado unas 47,000 manifestaciones populares en China, la mayoría de ellas dirigidas no contra el gobierno central sino contra las autoridades locales. Estas autoridades estarían compitiendo entre ellas para alimentar la furia nacionalista anti japonesa. Por su parte, el partido de gobierno en Japón estaría descubriendo que revigorizar el nacionalismo japonés a expensas de la China es una manera efectiva de contener a la creciente oposición.

A pesar de los recientes disturbios en China, en los que algunos no dejan de de señalar la intervención del gobierno, un conflicto armado entre China y Japón parece improbable por el momento. De ocurrir, los EEUU se verían inmediatamente involucrados dada su alianza estratégica con el Japón. Los americanos hasta ahora se han declarado neutrales al conflicto y han invitado a las partes a solucionarlo de manera pacífica, sin embargo han admitido que en caso de escalada mayor, tienen un compromiso que asumir frente al Japón.

Por el momento, y tras una reunión entre los vicecancilleres de ambos países llevada a cabo este martes último, las dos partes se han comprometido únicamente a seguir dialogando.


Escrito por

Raul Villanueva Pasquale

Raul Villanueva Pasquale Consultor experto en Derecho Internacional Público, Licenciado en Derecho por la Pontificia Universidad Católica del Perú y Máster en Derecho Internacional por la Universidad Libre de Bruselas. Ha transcurrido buena parte de su vid


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