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Más caviar por favor

Caviar, la chapa que incomoda

Publicado: 2012-09-18

Este fin de semana, Steven Levitsky se sumó al coro de los opinólogos que de un tiempo a esta parte se les ha dado por garabatear terabytes sobre el significado profundo y correcto empleo del motejo caviar. Desde el magistrado de la CIDH hasta el Decano de Letras de la PUCP, pasando por el gringo en cuestión, se han preocupado últimamente por el “tema caviar”.

Y es que, al parecer, en el Perú se estaría haciendo un pésimo uso de esta categoría, que ya de seguro hasta filosófica no para, debido a un mal conocimiento sobre su origen. Según estos pensadores, el origen de “izquierda caviar” se habría dado en la Francia de Mitterand, allá por los ochenta, como una reacción, un tanto picona, de la parte de los obreros marxistas frente a los cuadros intelectuales de izquierda, procedentes de una clase acomodada, enrolados por ese gobierno en desmedro de los propios proletarios. Entonces, de acuerdo a estos pensadores nativos, más el gringo de yapa, sólo un obrero marxista le puede decir caviar a un marxista acomodado, todo lo demás es un mal uso del término.

Así por ejemplo, a Levitsky le llama la atención que “en el Perú, no eran los marxistas ortodoxos que hablaban de la izquierda caviar”, mientras el decano Quintanilla se extraña de que “En el Perú solo lo he escuchado en boca de pequeños burgueses fundamentalistas poco cultivados”, a Susana Villarán le “molestaba porque el insulto venía de los fujimoristas” y para Alberto Adrianzen resulta cómico que “que la derecha critique a la izquierda por no ser demasiado izquierdista”.

Pero además, parece que tampoco existiría en el Perú algún tipo de izquierdista al que se pudiera tildar de caviar. Por eso, dice Lauer, que su empleo aquí no pasa de una criollada “porque hay aquí en estos decenios muy pocas personas cabalmente definibles como comunistas o socialistas”, mientras que el decano Quintanilla se defiende “No soy de izquierda y nunca lo he sido…, aunque siempre me he considerado una combinación de socialcristiano y socialdemócrata”, y eso, al parecer, como que no califica para caviar. O sea que, en realidad, para ser caviar hay que ser francés y colega de Mitterand. Lo demás es de uso impropio.

A lo que parece, a todos estos doctos opinólogos se les escapa que “caviar” no es nada más que un mote, apodo o chapa, es decir, el “nombre que suele darse a una persona, tomado de sus defectos corporales o de alguna otra circunstancia” – DRAE dixit – y que, en tanto que chapa, la única norma universalmente válida para apreciarla es aquella según la cual, “al que le calce el guante…”.

Y es que en realidad, lo que en el fondo demuestra tanta discusión o discursete sobre lo caviar, es lo poco que les viene gustando a unos, lo bien que les va calzando un guante que de ningún modo quieren chantarse. O sea, nada que justifique tanta elucubración docta, porque cualquiera que tenga un mínimo de “calle” sabe por instinto lo que hay que hacer para “desmarcarse al toque de una chapa que le cae chinche”. El problema, claro, es que el caviar nunca tuvo calle, y entonces el único recurso que le queda para desmarcarse es armar un discurso “monse” con el que sólo consigue convencerse a sí mismo.

Que la chapa es buena no cabe duda a juzgar por los escozores que viene causando, mayor razón aun para seguir usándola. Y es que tiene la virtud de resumir en una sola palabra el cinismo de toda una clase política.

Y bueno, ya que decidí consagrarle un tiempo a esta tontera, no voy privarme a las finales de dedicarle a tanto confuso una definición propia a modo de aporte.

Caviar: dícese del pituco monse que vive del discurso pro-pobre sin dejar la pituquería. Se aplica por extensión a todo monse apitucado que vive de lo mismo.


Escrito por

Raul Villanueva Pasquale

Raul Villanueva Pasquale Consultor experto en Derecho Internacional Público, Licenciado en Derecho por la Pontificia Universidad Católica del Perú y Máster en Derecho Internacional por la Universidad Libre de Bruselas. Ha transcurrido buena parte de su vid


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